domingo, 15 de febrero de 2015


LA SOLEDAD

Estado indescriptible, que en momentos no alcanzó a comprender, mi vida transcurrió posiblemente tan rápido o acaso no me di tiempo siquiera, para pensar en que mi niñez, no iba a durar mucho, que mi adolescencia no iba a ser nada fácil, que en mi vida adulta no sólo era trabajo sino que también debía dedicar tiempo a relacionarme con otras personas.

Ahora que ya soy adulto, mi vida se está acercando aceleradamente a su descenso.  He comprendido aunque muy tarde, que es muy pero muy difícil afrontar la soledad, más aún cuando a pesar de estar rodeado de muchas personas, es imposible no sentir esa soledad, que a ratos lo comparo como la muerte misma.

Mi vida no fue nada fácil, mi niñez fue truncada con la muerte de mi padre, sentía que aquel personaje que amaba me había fallado, sin saber que su partida fue irremediable.  Albergué durante muchos años ese resentimiento, sufría en silencio su partida y fue ahí que al ver a mi Madre y mis Hermanos también con su rostro de pena y desconcierto, como hermano mayor, me tocaba asumir una responsabilidad que Yo mismo sin querer me impuse.

Mi madurez temprana me llevó a cometer tal vez mucho más errores que aciertos, empecé a tomar posturas que a mi corta edad no me correspondía, crecí sin la presencia de un Padre y eso en realidad era lo que más extrañaba de mi vida.  En fin los años transcurrieron demasiado a prisa y ya estaba cercano a mi adolescencia, cuando decidí salir a trabajar, para ayudar a mi familia y seguir con mis planes de estudio, sin embargo ello no fue posible, otra vez mi vida se iba a ver afectada por aquellas cosas del destino y que era un episodio en mi vida, que marcaría por siempre mi existencia.

Los meses de mi reciente empleo, iba todo bien sin contratiempo, había aprendido muy rápidamente el trabajo que me tocaba hacer, me sentía contento de poder ayudar a mi Madre, a mis hermanos, tenía para darme gusto en uno que otro antojo, bueno todo iba de mil maravillas hasta ese día.

Era aproximadamente un Viernes, 17h30 en que acababa de llegar del trabajo a mi casa, como siempre mi Nana, la persona más querida para mi después de mi Madre y Hermanos, era Ella, siempre dispuesta a satisfacer mis gustos, quien cuidaba de mi ropa, se esmeraba por atenderme, más aún cuando me veía llegar un tanto exhausto y con un apetito voraz.  Ese día, me sirvió la merienda, pues tenía bastante hambre y no me resistía de su deliciosa sazón, era una mujer sencilla pero de gran corazón, más que nuestra empleada, mis hermanos y Yo la veíamos como nuestra Abuelita.

Una vez saciado mi apetito, me dirigí hacia la puerta de calle, a encontrarme como todos los días con amigos y vecinos, fue ahí cuando empieza la mayor pesadilla de mi vida.  Era por aquellos años del sesenta cuando unos jóvenes estudiantes en su afán de protesta contra el régimen de turno de esa época, solían salir a hacer sus protestas, recorriendo las calles de la ciudad.

Como les contaba estaba parado frente a la casa y una multitud de jóvenes estudiantes universitarios venían gritando consignas en contra del Gobierno, lógicamente en mis apenas 17 años me llamó mucho la atención y como queriendo ser parte de esta multitudinaria marcha, me fui metiendo entre ellos y continúe hasta llegar a un lugar más alejado de mi casa.

Por momentos sentía que me invadía el miedo, y otros me sentía como un adulto, de pronto un señor con unos años mayor a mí, alcanzó a decirme compañero corramos, nos están siguiendo, efectivamente eran uno señores vestidos de militares, empezó la persecución y Yo, sin saber que hacer le seguí el paso.  Ese día para mí había sido el más grandioso, puesto que me habían pagado mi quincena y cuando llegué a casa lo único que había hecho es cambiarme de chaqueta y ponerme una  prenda brigada, nada más.   Así que por lo menos en esta persecución que éramos objeto las personas que estábamos en la marcha, los militares a toda costa querían alcanzarnos.

Bueno eso sucedió no sólo con la persona que estaba a mi lado, sino con muchos más, sin embargo en nuestro afán de no ser atrapados, corrimos por la zona, era ya obscuro, la noche había llegado y seguíamos corriendo, sin darnos cuenta que nos encontrábamos cercanos a una quebrada.

Cuando desperté no podía recordar lo que me había sucedido, sentía que mi cuerpo estaba totalmente golpeado, en mi cuerpo se había impregnado el frío intenso de la noche, agotado, golpeado, sin fuerza para nada pasaron las horas y cada vez era mayor mi desconcierto ante lo ocurrido.  Tomando valor y fuerza empecé a arrastrarme como tratando de salir a como dé lugar, hasta que por fin empecé a levantarme poco a poco, a lo lejos divisé un pequeño camino, seguramente alguien del sector que transitaba por ahí, me pregunté haría este camino, que está muy cercano al sitio en que me encontraba la.  En mi mente albergué la esperanza que alguna persona, se iba a asomar por ahí y  me diera el encuentro.  Fue así que espere durante muchas horas, llegó la noche y me sentía completamente desolado y mi angustia iba creciendo más y más.

Las horas transcurrieron así y llegó el tercer día, ventajosamente en esa quebrada, pesé a que en las calles de la ciudad, que estaban arriba, bien arriba de la quebrada, se escuchaban carros y gente transitar.  Pensé lógicamente, como queriendo darme ánimo, que si pueden haber personas que bajaran por este sendero, personas que se dedican a minar entre la basura.   Créanme esa era realmente mi única salvación, mi cuerpo se iba debilitando cada vez más, y también se iba esfumando toda la esperanza de salir con vida de ser lugar.

Por otro lado mi familia, sobre todo mi Madre, tíos y parientes en general se habían movilizado para encontrarme, todo intento por hacerlo había sido infructuoso, la foto mía había salido en la televisión, en la prensa, tratando de que alguien que pueda reconocerme dé parte a la Policía.

Las horas aquí abajo, eran interminables, si alguien pudiera escucharme o encontrarme, no soportaba el terrible dolor que mi cuerpo sentía, el frío, el hambre, hasta que al fin logré divisar a un indígena que se iba acercando hacia mí.  Sentía que esta persona lo hacía con mucho miedo, hasta que se llegó a mí y pude levantar mi brazo, pidiéndole ayuda.  No podría creer lo que estaba sucediendo en ese momento y trémulo y angustiado alcancé a pedirle que se acercara, más que mi cuerpo estaba muy golpeado y que me quedaba poca fuerza.  Esta persona incrédula, con su mirada con muchas interrogantes, apresuró su paso y fue en ese momento que sentí un poco de tranquilidad.  El señor me preguntaba si estaba ebrio, o si me habían asaltado, bueno me hizo infinidad de preguntas, lo único que atinaba a decir en ese momento y le repetía una y otra vez, ayuda, ayuda por favor.

Efectivamente el indígena salió todo a prisa del lugar, prometiendo traer ayuda para mi rescate.  Lo único que pensé en ese momento, que Dios me estaba dando una segunda oportunidad y que seguramente mi Padre estaba en ese momento junto a mí, y que la presencia de un ángel envió en mi ayuda a esta persona.  Lo último que recuerdo de este día, que desperté en la cama de un Hospital, habían muchas personas, junto a mí.  Lo primero que vi claramente fue a mi Madre, que entre sollozos y agradeciendo a Dios me miraba con mucho amor, como queriendo abrazarme.

Me sentía abrumado por tantas preguntas, sentía que mi cuerpo estaba muy adormecido, los médicos me habían atendido inmediatamente de mi llegada al Hospital, Mamá contaba que para ella y mis hermanos las horas eran interminables.  Había en las afueras del Hospital, periodistas, en la puerta de la entraba a la habitación, habían colocado a dos policías, que estaban resguardando mi habitación.

Cuando finalmente me habían llevado a la habitación y poco a poco fui despertando de la anestesia, tenía la mitad de mi cuerpo enyesado, el brazo izquierdo igual, mi cabeza también tenía muchos vendajes.  Ese día estaba prohibido de hablar, me tenían con suero, inyecciones para calmar mi dolor y me imagino también estaban hidratando mi cuerpo, puesto que fueron aproximadamente cuatro días que estaba sin comer y había perdido también sangre.

Pasaron las horas y mi Madre con su mirada de angustia, no alcanzaba a comprender lo que me había sucedido, sentía que ella ni siquiera atinaba qué hacer, si era un mal sueño o una pesadilla. Cuenta que cuando vio que me bajaban de la ambulancia que me había llevado al Hospital, estaba totalmente irreconocible, hinchado, con fuertes hematomas en los ojos, como si estuviera con gafas, lastimado e inconsciente. Si no fuera por los familiares y amigos mamá se hubiera desmayado ahí mismo de la tremenda impresión de ver mi estado.

Los días fueron transcurriendo y sentía que poco a poco me iba aliviando, aproximadamente pasé dos meses en atención permanente en el Hospital, pues mi estado era muy delicado, a más de las fracturas que traía en mi cuerpo, lo que más les preocupaba a los médicos era la rotura del parietal, debían controlar al máximo a fin de evitar futuras complicaciones.

Mientras estuve en la clínica, los periodistas querían ingresar a mi habitación, hacerme una serie de preguntas, pero la policía no lo permitía, cuenta mi Madre, que el teléfono de la casa estaba intervenido, que ella y mis hermanos estaban siendo sujetos a investigación.  Que el Gobierno de ese entonces, tenía mucho interés de mi recuperación para luego llevarme a indagatorios, realmente para todos mis seres queridos y para mí era una gran interrogante, no sabíamos lo que estaba sucediendo.

Finalmente una vez estable de cualquier peligro, me permitieron hacer mis primeras declaraciones, y como mi mente había bloqueado algunos malos episodios de ese día, comencé a hacer un esfuerzo sobre humano y les fui narrando mi historia, mi verdad. Días después comprendimos el por qué de la presencia de la prensa, el resguardo policial, la intervención de los teléfonos y la persecución a mi familia.  En ese penoso accidente al cual fui objeto estaban de por medio Militares y Estudiantes Universitarios.

Efectivamente el día que salí de mi hogar en busca de amigos para platicar, y que por desgracia, más pudo mi curiosidad que cualquier otra cosa, sino el seguir a los jóvenes idealistas que venían gritando consignas contra el Gobierno.  Sin saber de quién se trataba, había corrido junto al Presidente de los Universitarios, quien encabezaba la marcha multitudinaria marcha, que dicho sea de paso, invitaban a la gente a que unieran a la protesta.  Protesta que ellos consideraban por demás justa, ya que el Gobierno días antes había decretado fuertes medidas económicas y de represión a todo aquel que quisiera oponerse a tales medidas, amenazando con cárcel y hasta cerrar los centros educativos que fueron contrarios al que el Gobierno y su Presidente.

En esa marcha, en que me involucré sin saber lo que me esperaba, sucedió tan rápido y claro de acuerdo a las investigaciones por sujetos de inteligencia, llegaron a determinar que en la persecución al que fuimos sujetos por parte de militares, seguramente en su intento de no ser apresado, y más bien huir, el Presidente de los Universitarios, me incitó a correr a prisa, y una noche completamente obscura, era muy difícil divisar y caímos metros abajo a la quebrada, lamentablemente esta persona, no tuvo la suerte mía y murió.

Desde aquel momento mi vida se volvió un tanto intranquila, no podía expresarme libremente, sentía que todo el tiempo era sujeto a investigación, sentía que me seguían a todo lado, así pase con esa sensación durante muchos años.  Mi familia sufrió igual situación,   es lo que recordaba, le dije, lo último que recuerdo de ese día es que, espere por un señor que bajo al lugar donde me encontraba y me prometió que iba por ayuda, para sacarme de ahí y que las horas se me hicieron eternas, que me sentía muy débil, parece que me desmayé, puesto que ya no logro recordar nada más.  Lo que si recordaba claramente es que ese día me habían pagado la quincena y que por el afán de salir a prisa de la casa, ni siquiera dejé el dinero en mi habitación, sino que llevaba conmigo el dinero, curiosamente el momento de mi rescate, todo había desaparecido.

Bueno siguiendo con la historia de mi vida, los años han ido transcurriendo y con ello también se iba alejando la mala experiencia de esa etapa de mi vida, sentía que había sido objeto de una pesadilla, que por fin había terminado.  Sin embargo nunca desapareció la gran soledad que experimentaba mi vida, pese a que mi familia estaba cerca, amigos, compañeros de trabajo, etc., faltaba algo y en ese tiempo no lo discernía todavía.

Ahora que soy adulto y mi vida de casado duro tan poco, tuve la oportunidad de traer al mundo a tres hijos, uno de ellos por aquellas cosas de la vida, murió a la edad de 13 años, me quedan mis pequeñas hijas y mi esposa.  La vida seguía mandándome pruebas muy difíciles y es así que después de haber tenido una vida prospera, caí en una recesión absoluta, a tal grado que mi familia tuvo que buscar refugio en la casa de sus Padres y Yo me quedé solo viviendo en una pequeña habitación, en la que a duras pernas entraba una cama y un mueble para mi ropa.

Las noches después de haber tenido un día de trabajo intenso, eras las que me llenaban de mucha melancolía y dolor.  Sentía a momentos una desesperación por tener nuevamente a mi familia de vuelta, me sentía incomprendido por la vida, sentía que las puertas se me habían cerrado por completo.  Mis hermanos menores trataron por todos los medios de sacarme de esa depresión, me ayudaban y ayudaban a mi familia en todo aspecto.  Sin embargo nadie ni Yo mismo pude ayudarme de no caer en esa soledad profunda, que algún momento la compare con el sepulcro de una muerte.

Créanme no les deseo a nadie que pasen por ello, es lo más triste que puede pasar un ser humano, lo importante en la vida es saber reponerse de todas las dificultades y cosas fuertes que la vida nos tiene destinado, pedir al Universo siempre cosas positivas, que nos permita actuar con entereza y no dejarse dominar por el pesimismo.  La soledad es un estado de ánimo que nosotros sin querer nos imponemos en la vida, sin darnos cuenta quizá que estamos cavando nuestra propia tumba.


Anónimo


No hay comentarios:

Publicar un comentario