LAS TRAVESURAS DE PINI PINI
Es muy encantadora; pero sus travesuras también son de aquellas, que provocan risa o también enfado, si así como están leyendo. Hay días en que amanece con el ánimo de obediencia, aprende rápido lo que se le enseña, lo único que no aprende es a ser calmada, a qué me refiero, pues les comento. Cada vez que algún miembro de la familia llega, ella se entusiasma, sea Papá e Hijos, Nieto, Hermanos, etc.; pero de manera particular con Mamá, es demasiado alocada, corre alrededor de la cama, se da vueltas de alegría, baja toda ella ansiosa al encuentro y no contenta con ello, se esfuerza por saludarle y sus ladridos nada fáciles, imposible que pase desapercibida.
Las travesuras que de pequeña solía hacer eran algunas muy usuales, coger las pantuflas, salir corriendo y esconderlas, eso le encanta hasta ahora, hacer de las suyas en la alfombra, tanto regañarla aprendió que no era el sitio para hacer sus necesidades, en fin sí que resultó una tarea no fácil educarle a Pini. Bueno, después del pequeño preámbulo, empieza la historia de las travesuras pero de verdad travesuras de Pini Pini.
Cierto día la encantadora Pini se encontraba jugando con los pequeños de la casa, toda ella entusiasmada saltaba, corría por toda la casa y su predilección era jugar a las escondidas, jugaba y jugaba incansablemente. Y por supuesto su actividad no tenía límite alguno, en los momentos que los pequeños se retiraban a hacer sus tareas, ella la perrita, sigilosamente se desplazaba a aquellos lugares que a pesar de ser prohibido, le fascinaba entrar y lo primero que hacía era acostarse cuan larga es en la alfombra y no conforme con ello pues le gustaba arañar los muebles, ¿cómo pero si no es gata? se preguntaran, bueno ella a mas de ser perrita creo que se siente, gata, coneja, infinidad de animalitos, pues a la hora de hacer travesuras todo era válido para ella, así que corría, por la sala, el comedor y en su afán por subirse a los muebles, comenzaba a agarrarse de donde podía y en ese intento los tapetes de la mesa eran su afición, tanto los alaba de la mesa que terminaba botando las cosas que se encontraban en ella o aún más intrépida la pequeña traviesa, se ponía a jugar con las cortinas. En su pequeño tamaño armaba el caos en escasos minutos y cuando alguien de la casa se daba cuenta de sus alcances, corría a esconderse para evitar que la regañen.
Su viveza era única, había encontrado un lugar fantástico de escondite y por mas que le buscaban, le buscaban, ella muy fresca y como sintiéndose a salvo de cualquier situación, no se daba ni por enterada, hasta que ya cansada de estar en el anonimato diría Yo, algún momento tenía que salir y así era cuando tenía hambre o sed. Así que los niños atentos a la jugada de esta pequeña traviesa, procedían a esperar el momento oportuno y descubrir su escondite secreto.
Realmente el alcance de esta pequeña miniatura, tal parecería que sus travesuras tienen mucho que ver con su día, ella muy horonda y como sintiéndose dueña y señora de la casa, empezó a subirse a la cama y no adivinan de quién, lógicamente de Mamá y claro se siente la mimada de la familia. Mamá un tanto enfadada le comienza a reprender y ella muy a su estilo agacha su tierna cabecita y empieza con sus dos patitas a restregar su cara u otras ocasiones se hacen la desentendida. Y claro Mamá lo único que quiere de ella es que le obedezca; así que ahí empieza la lucha de poderes.
Cierto día, Mamá pensando que había ganado su batalla, contenta estrenaba un edredón, se trataba de una reunión familiar y claro a ella le gustaba esmerarse con sus invitados y se preocupaba hasta el mínimo detalle; pero no van a creer, Mamá, Papá e hijos orgullosos recibían a sus invitados y los hacían pasar a la sala y Pinina con su carita de inocente era la primera de dirigirse al lugar social, y al menor descuido empezaban sus travesuras.
Bueno resulta que ese día, en que los invitados llegaron a la casa, horas antes había llovido, obviamente el jardín de la casa estaba mojado, la tierra se encontraba húmeda, bueno pues la intrépida Pini, se escabulló entre los invitados y se dirigió al Jardín, revolcándose deliciosamente en el césped y metiéndose en los pequeños surcos de agua formados en la tierra, la pequeña cachorra sufrió una transformación, de lo que era negra se convirtió en color café claro, creo Yo. Bueno lo cierto es que cansada de jugar en el jardín, ella muy dueña se dirige a la habitación de sus Amos y al ver el edredón con unos deliciosos cojines, no encontró mejor lugar para calmar su frío. Ya podrán imaginarse cómo quedó el edredón que Mamá estaba estrenando. Pinina había dejado impregnado en todo el trayecto hasta subirse a la cama de sus huellas y claro cuando logró subirse comenzó a hacer lo mismo a revolcarse, a raspar con sus patitas hasta finalmente echarse a dormir.
Otro día así mismo jugando con los niños en la habitación de ellos, contaban los pequeños que ella saltaba y jugaba alegremente como siempre y que su mayor curiosidad era asomarse a la ventana que daba al patio de la casa y mirar a los demás perritos que transitaban por la vereda, así que se esforzaba por subirse y no perderse ningún detalle; pero no contaba que había un espacio entre la ventana y la cama de uno de los niños.
Ese día en particular cuenta la nena, que Pinina estaba muy alocada, desenfrenada diría Yo, y que en su intento de subirse de una a la cama y subir sus patitas para alcanzar la ventana, no midió la distancia y como esos dibujos animados, que a muchos de nosotros nos encanta ver, ella en cámara lenta iba resbalándose graciosamente, como queriendo enredar sus garras en el visillo para que su caída no fuera tan dolorosa, se imaginan como cuando el gato Silvestre se empieza a caer y quiere agarrarse de la ventana y queda atrapado entre la pared y la cama, bueno ese era la descripción exacta para la traviesa Pinina.
Esta perrita es tan traviesa, que su imaginación para hacer de las suyas no tiene límite, así mismo una mañana en que todos ya habíamos desayunado, ella la Pini había estado atenta a todo y claro vio la oportunidad que una de las sillas del comedor de diario estaba salida, ni tonta ni perezosa se subió en ella, al no alcanzar a un delicioso pedazo de sánduche de queso no hizo más que comenzar a halar el mantel, ventajosamente las tazas, vasos, platos, etc., Mamá ya había puesto en el fregadero; pero como les decía en su intento de alcanzar ese delicioso manjar, jaló el mantel y comenzaron a caer algunas cosas que todavía estaban sobre la mesa.
Mamá al oír el ruido y el lamento de la perrita, corrió a la cocina y en vez de molestarse, empezó a reír con un gusto, la perrita en su intento no sólo que logró que cayera el sánduche, sino también le cayera encima el jugo que había sobrado del desayuno. Toda ella empapada y al verse acorralada, no le quedó otra que pensar en una buena estrategia, su carita de yo no fui y a mover su pequeña colita.
Mamá mientras se disponía a llevarla a su tina de baño, le iba regañando y le decía para que veas lo que te puede pasar si sigues siendo traviesa y ella cada vez mas mostraba su cara de inocencia. Uno de los niños, para plasmar el momento, le había tomado una graciosa foto y claro las subió al internet.
De verdad que sus travesuras no tenían límite, se acuerdan que les decía que la Pini tiene síndrome de gatita, de coneja, etc., pues muy bien, esta intrépida mascota se mete atrás del mueble de la televisión y lo primero que hace es empezar a jugar con el alambre, es por ello que hemos optado por no dejarle espacio; pero como es tan traviesa se da modos de hacerlo, un día Papá había comprado un nuevo televisor y lo puso en una sala de estar y claro en la mesa mamá había colocado un bonito tapete, pues bien ella le entusiasmaba jalar todo a su alcance; así que un día de aquellos quiso hacer lo mismo; pero uno de los niños mas pilas que ella, le pusieron una pequeña trampa, para ver si así dejaba de ser traviesa.
Ahí va nuestra Pinina, toda ella con su carita de no fui y comienza a jalar el tapete y claro no contaba con la pequeña trampilla que habían puesto para ella, así que en su intento de botar lo que estaba encima, lo único que consiguió es nuevamente que su aspecto de una perrita negra con gris pasara a un color verde, le colocaron un pequeño tarro de pintura diluida, ventajosamente el piso era fácil de limpiar. Pero no se imaginan el susto de la intrépida perrita, salió corriendo al jardín y se sacudía, sacudía, Papá cogió la manguera y le limpio la pintura que traía en toda ella, cuando estuvo nuevamente en su original apariencia, se acercó a Mamá, luego a Papá, a los niños y a cada uno les iba dando su patita, como diciendo disculpen, ya no lo voy a volver a hacer.
Ustedes creerán que fue así, no de ninguna manera, fue muchos los intentos para combatir sus travesuras; pero en medio de todo al fin lo conseguimos, será acaso que ya se cansó de cambiar de color. Bueno es el momento de despedirme, seguiré compartiéndoles cada una de las ocurrencias de esta pequeña Pini Pini. Hasta pronto.
Pily
13/02/2015
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